“francos para siempre de todo pecho salbo ende moneda; et que non den portazgo nin otro derecho ninguno por razón de diezmo nin de almoxerifazgo en todos nuestros regnos”.
Alfonso X otorga privilegio real a la villa de Jumilla para facilitar su repoblación.
Así, como si de un cuento se tratara, se produjo la nueva ubicación de la Jumilla contemporánea, tal como la conocemos ahora, acontecimiento que marcará un antes y un después, o mejor dicho, el “después” definitivo, pues no hay que olvidar que Jumilla viene de Gémina, el lugar que poblaran los íberos, cultivaran sus huertas los romanos y fortificaran los musulmanes.
Pero los avatares de la Historia se encargarían de modelar una Jumilla dinámica, orgullosa, con una personalidad singular y un carácter que la distingue. Es lo que tiene vivir en el Altiplano.
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